13 julio 2018

14:07

La sensación más positiva que he experimentado hoy ha sido la de matar a una cucaracha con mi chancla. Hace años no me hubiese atrevido ni por asomo. Hace algo menos, lo habría hecho con una escoba, subida a una banqueta, y terminando la faena con el palo doblado, a punto de romperse. Pero hoy he acudido a la llamada de socorro de mi hermana, he azuzado a mi perro ciego, a ver si me echaba una pata, y al fracasar en el intento, viendo que el insecto se aproximaba sin pausa en mi dirección, me he quitado la chancla y le atestado varios golpes. Creo que con el primero ya la había mandado al otro barrio, pero cuando me enfrento a estos insectos (¿son insectos o corresponden a otra categoría de invertebrado?) me sube la adrenalina y no puedo parar de atizarles hasta que los desintegro. 

Y digo que ha sido la sensación más positiva porque he sido capaz de decidir enfrentarme a algo que desagrada profundamente y salir victoriosa. Laura 1, cucaracha 0. 

Me he preguntado muchas veces qué espero de mí, qué se espera de mí, qué puedo esperar yo de ti. Y no he conseguido demasiadas respuestas satisfactorias porque siempre acabo topándome con el pozo de la relatividad, de la convivencia de distintos puntos de vista. And it sucks. Me sigo preguntando cuánto puedo pedir y qué dice de mí lo que pido, si puedo hacerlo o si me excedo, si el hecho de no recibirlo está mal o si estoy rota y eso es lo que me causa tanto dolor. 

Me siento como una polilla
que, inquieta, revolotea
alrededor de una bombilla.

Deseando tener algo que no sé si puedo, si debo. Deseando tener algo que, en cierto modo, no es correspondido. Duele sentir que he sido suficiente antes de terminar de ser, que soy in media res ad infinitum, y que ésta parece ser la cápsula a la que me estoy viendo abocada a acomodarme.